domingo, 15 de marzo de 2009

MENÚ DEL BANQUETE DE TRIMALCIÓN ("SATIRICÓN", PETRONIO)

"GUSTATIO":

- Aceitunas verdes y negras.
- Lirones asados con miel.
- Salchichas asadas.
- Becafigos (pájaros) en salsa de huevo.

"MENSA PRIMA":

- Pollo.
- Liebre.
- Ubres de cerda.
- Pescado en salsa picante.
- Cerdo asado relleno de salchichas y morcillas.
- Ternero cocido.

"MENSA SECUNDA":

- Fruta.
- Pasteles.

INSCRIPCIONES EN EL "TRICLINIUM" DE LA "CASA DEL MORALISTA" (POMPEYA)

- LIMÍTATE A LAS CONVERSACIONES AMABLES Y ALÉJATE, SI TE ES POSIBLE, DE LOS INSULTOS, O BIEN, SAL Y VUELVE A TU CASA.

- DESVÍA TU MIRADA LASCIVA DE LA MUJER DE OTRO.

- NO SEAS MALHABLADO; COMPÓRTATE EDUCADAMENTE.

- NO TE ENFADES NI USES UN LENGUAJE OFENSIVO, DE LO CONTRARIO, VETE A CASA.

EL BANQUETE O "COMISSATIO"

Tras la “cena” tenía lugar el auténtico banquete, la parte más festiva y desenfadada: la “comissatio” o sobremesa, destinada al vino, acompañado con alimentos ligeros, dulces o salados, que incitaban a beber. Cada tipo de vino requería las copas más apropiadas; por ejemplo, para los vinos itálicos de Sorrento debían utilizarse las copas de cerámica fabricadas en dicho lugar y para los aromatizados con especias o para el falerno, los costosos vasos “murrina”, realizados en piedras duras, como ágatas y ónices, que realizaban la calidad de este apreciado y caro caldo.

Los invitados con coronas de hiedra, en la creencia de que neutralizaban los efectos del vino y despejaban la cabeza, elegían un rey del banquete o “magíster bibendi” que determinaba las proporciones en que debía mezclarse el vino y agua, y entre brindis y conversaciones que conforme avanzaba la reunión adquirían un carácter más frívolo, se sucedían entretenimientos musicales, de oratoria, lúdicos, cómicos y de danza, e incluso se sorteaban regalos entre los asistentes.

Pero en el banquete romano no todo era exceso y desenfreno, existían unas reglas de comportamiento que algunos anfitriones no dudaron en recordar a sus invitados escribiéndolas en las paredes de su comedor: “Limítate a las conversaciones amables y aléjate, si te es posible, de los insultos, o bien sal y vuelve a tu casa”, “Desvía tu mirada lasciva de la mujer de otro”, “No seas malhablado, compórtate educadamente”, “No te enfades ni uses un lenguaje ofensivo, de lo contrario vete a casa”.

LA "CENA" DEL BANQUETE

El banquete romano se regía por unas normas de etiqueta y de buen comportamiento. Al llegar a casa del anfitrión, antes de comenzar la “cena”, los invitados se despojaban de la toga y un esclavo les lavaba los pies; incluso podían disfrutar de un relajante baño.

En cada uno de los triclinios del comedor, se acomodaban tres invitados, por lo que el número total solía ser de 9, aunque si el espacio lo permitía podían colocarse más lechos, pero la distribución de los puestos seguía un preciso orden por categorías de precedencia, según el cual el principal invitado era acomodado junto al anfitrión de la casa. El comensal se reclinaba sobre el codo izquierdo y comía con la mano derecha, posición que no es tan incómoda como parece, ya que los alimentos sólidos como la carne, eran previamente cortados en la cocina o en el comedor por un esclavo especializado. Las pequeñas porciones se cogían con la punta de los dedos, de ahí que fuera necesario lavarse a menudo las manos en una jofaina con agua perfumada. Cada invitado se traía su servilleta que, además de evitar manchas, podía utilizarse para llevar a casa algún bocado sobrante.

En la “cena” romana los platos se sucedían según un orden determinado: el primer servicio era la “gustatio” o entremeses, sabrosos alimentos para picar que despertaban el apetito: huevos duros, verduras, ensaladas, ostras, caracoles, pescados en conserva, todo ello acompañado con “mulsum” o vino endulzado con miel. Seguía el segundo servicio o “prima mensa” con platos fuertes: pescados, carnes, piezas de caza, incluso alimentos raros y exóticos generalmente asados o cocidos, acompañados de salsas y otros condimentos, como el “garum” o la pimienta, y lujosamente presentados por expertos cocineros en las mejores piezas de la vajilla con el fin de sorprender a los invitados. La cena finalizaba con el postre o “secunda mensa”, que incluía fruta seca, dulces y frutos secos.

Durante la velada, los comensales eran atendidos por esclavos domésticos que desempeñaban diferentes funciones: el “nomenclator” acomodaba a los invitados siguiendo una estricta etiqueta y anunciaba los platos, los “scissores” troceaban los alimentos, y el “cellarius” o encargado de los vinos seleccionaba los caldos que los esclavos jóvenes más bellos de la casa se encargaban de escanciar en las copas de los invitados.

EL BANQUETE ROMANO

Frente a la “cena” cotidiana (comida principal para el romano y generalmente realizada en familia), el banquete o “convivium”, era una ocasión especial para celebrar junto con los amigos festividades públicas, acontecimientos familiares (nacimientos, matrimonios), o para honrar a amigos y personajes relevantes de la vida pública, aunque evidentemente para los más ricos cualquier ocasión era buena.

El banquete romano tienen un relevante carácter social: es un momento de encuentro y entretenimiento en el que al placer de la buena mesa se une el de la conversación con los amigos, pero también sirve para mostrar la riqueza y posición social del anfitrión. Como en otras muchas actividades de la vida romana hay un lugar para los dioses: a los Lares (protectores de la casa) y a Baco (dios del vino) se les ofrecían en diferentes momentos de la celebración alimentos y libaciones de vino, ofrendas que también iban dirigidas a apaciguar los espíritus de los antepasados.

El banquete solía comenzar tras la visita vespertina a las termas, hacia las 4 u hora décima. Se dividía en dos partes: durante la primera tenía lugar la “cena” y en la segunda, siguiendo la costumbre griega del simposio, se celebraba la “comissatio”, principal momento de la reunión, dedicado al consumo de los vinos más selectos y a disfrutar de la tertulia y otros entretenimientos. Su duración, que podía alargarse hasta altas horas de la noche, dependía del estatus social del anfitrión y del carácter más o menos festivo de los invitados.

EL COMEDOR O "TRICLINIUM"

En los primeros tiempos, los romanos comían en el atrio junto al hogar; más tarde esta actividad se desarrollará en un espacio propio: el comedor o “triclinium”, denominado así por la presencia de tres lechos colocados en torno a una mesa redonda y sobre los que, siguiendo la costumbre griega, los comensales se reclinaban para comer. Las clases populares y campesinas no podían disfrutar de refinados espacios para la comida y solían comer en pequeñas estancias junto al hogar o, incluso, en la misma cocina, sentados en bancos o taburetes.

El “triclinium”, una de las estancias más bellas de la casa, está decorado con mármoles, mosaicos, frescos, estatuas, ricos tejidos y un refinado mobiliario, aunque, lógicamente, su riqueza dependía del estatus social del dueño. Las mansiones más adineradas generalmente disponían de un comedor de invierno y otro de verano, ubicados en el lugar más apropiado de la casa para obtener la temperatura e iluminación ideales durante el período de uso. Algunos se abrían al jardín o al mar y, a menudo, incluían fuentes y pequeñas cascadas para refrescar el ambiente.

Los lechos constituían el principal mobiliario del comedor: eran bajos, de madera y bronce, cubiertos con colchones y vistosas telas que daban un tono elegante.

El resto del mobiliario del comedor se reducía a alguna otra mesa supletoria para el servicio del vino, un armario para la vajilla y candelabros o soportes para colgar y apoyar las lámparas de aceite. Durante los banquetes no faltaban las guirnaldas y jarrones de flores, sobre todo de rosas.

"VASA POTORIA"

Los “vasa potoria” incluyen múltiples formas de diferentes materiales utilizadas para beber, mezclar y servir bebidas. El vaso denominado en general “poculum” corresponde a nuestro vaso actual y era el más utilizado. Existen otras formas de origen helenístico, utilizadas para el vino, entre las que destacan las tazas (“scyphi”), copas (“canthari”, “calices”, “modioli”) o escudillas y cuencos, fabricados en metal (sobre todo, en plata), vidrio y diferentes clases de cerámica. Muy originales son algunos vasos en forma de cuerno (“rhytion”) con una pequeña perforación en el extremo para beber a chorro.

Relacionados con el servicio del vino también están la “cratera”, gran recipiente de boca ancha para mezclar el vino con el agua, y el cucharón (“simpulum”) o cacillo (“cyatus”) con largo mango vertical, utilizados para extraer bebida y llenar los vasos y copas. Otras piezas de la “mensa vinaria” son la “patera” o cazo con mango horizontal. También usaban un colador hemisférico con mango horizontal (“trulla”) utilizado para filtrar las impurezas del vino antes de consumirlo. A este grupo de la vajilla de mesa romana, pertenecen también las jarras, jarros y botellas, destinadas a servir el vino u otras bebidas, y fabricadas en metal, cerámica y sobre todo en vidrio

"VASA SCARIA"

Grupo formado por recipientes y utensilios utilizados para la comida: platos y cubiertos del servicio individual, a los que se suman bandejas (“lances”) y fuentes para servir los alimentos (“paropsides”, “catinus”, “discus”), con o sin asas, redondas, ovales o cuadradas, algunas de ellas destinadas a platos específicos como las setas (“boletaria”). No faltan el salero o “salinum” y recipientes para el vinagre (“acetabulum”) y el aceite, que solían ser de metal. Abundan también los frasquitos o vasitos para condimentos como la pimienta y para salsas, como el “garum”.

LA VAJILLA ROMANA DE MESA

En los primeros tiempos, la vajilla romana de mesa se distingue por la sencillez propia de un pueblo campesino, utilizándose, sobre todo, la madera y cerámica, pero la evolución y refinamiento de la cocina romana y de la etiqueta en la mesa, también se dejó sentir en los recipientes de servicio y consumo, incrementándose el número de piezas de la vajilla, las formas y los materiales.

Las vasijas de cerámica, al fabricarse en todo el Imperio y ser accesibles a todas las clases sociales, no faltaron en ninguna mesa romana.

El uso del vidrio en la vida cotidiana y más concretamente en el ajuar de mesa experimenta, tras la aparición de la técnica del soplado en la segunda mitad del siglo I a.C. un incremento y difusión sin precedentes.

EL SERVICIO DE MESA EN ÉPOCA ROMANA

A lo largo del siglo II a.C., las influencias helenísticas y orientales enriquecen y transforman las costumbres culinarias romanas y los hábitos de la mesa, lo que implica el uso de una gran variedad de utensilios y recipientes, muchos de ellos heredados del mundo etrusco y griego.

Formando parte del ajuar de mesa, se encuentra el servicio individual para cada comensal, que incluye platos, cubiertos y vasos. Los platos llanos o pateras (“patella”) se destinan al consumo de los alimentos sólidos y los hondos o escudillas (“catinus”), al de sopas y menestras. Predominan los de cerámica, como la “sigillata”, aunque también se utilizan de metal o vidrio.

Los cubiertos romanos prácticamente se reducen a la cuchara de metal o hueso, que adopta dos formas: la “cochlear” con pequeña cazoleta redonda u ovoide y mango recto acabado en punta, utilizada para comer huevos y, sobre todo, caracoles, ya que al tener el extremo aguzado permitía extraerlos fácilmente de la concha, y la “ligula” para alimentos líquidos o semilíquidos con cazoleta amplia y mango más corto, rematado en un botón y otro motivo decorativo. Ocasionalmente, se utilizaban pequeños cuchillos con mango de hueso o marfil, ya que alimentos como la carne venían cortados desde la cocina o eran preparados en el comedor por esclavos trinchadores antes de servirlos. El tenedor, de origen bizantino, no se conocía.

Los vasos para beber, debido al importante papel que desempeñaron en la vajilla de mesa romana, ofrecen una gran variedad de materiales y formas. Los ejemplares elaborados en plata sólo estaban al alcance de los ricos; más frecuentes y populares eran los de cerámica, a los que se sumaron los de vidrio a partir del siglo I d.C.

En el período bajo imperial (siglos III-IV d.C.) las grandes dimensiones de los platos y escudillas como la “sigillata” africana, característica en las mesas romanas de la época, probablemente responden a una transformación de los hábitos en la mesa, menos individuales y más colectivos, es decir, los comensales en vez de utilizar un plato propio comen en un recipiente común más amplio.

viernes, 20 de febrero de 2009

EL ORÁCULO DE DELFOS

PRESENTACIÓN

Blog elaborado por Nuria Blasco Escribano, profesora de ESO y Bachillerato de "Cultura Clásica" y "Latín", dirigido a alumnos, profesores y cualquier persona interesada en dichos temas. El objetivo del blog es acercar al público la cultura latina y griega mediante artículos interesantes y fáciles de comprender, así como explicar mediante cuadros y esquemas la gramática latina. También se podrán encontrar textos latinos originales y su traducción al castellano. Este blog contiene pautas para la traducción de textos latinos y para el uso correcto del diccionario latino-español. Además, el blog se completa con fotografías relativas a la cultura grecolatina y cuadros sinópticos variados.